Te quiero, ¿esto esta mal?

Te quiero, ¿esto esta mal?

¿Y si en sus ojos me pudiera perder? ¿Y si en su mirada quedara atrapado?
“Ella” era la dueña de mis sueños, de mis noches y de todos los malditos pensamientos que se aferraban a mi discernimiento. Porque ¿cómo olvidarla si era la única que hacía sentir correr torrentes sanguíneos en mi cuerpo? ¿Cómo podía ver através del oscuro mundo que se postraba delante mío, sin que “ella” fuese parte del paisaje? Los días pasaban lentos y mi paso por ellos era dura y fatídica tortura, porque no la tenía y mi cuerpo dolía.
Miradas vacías, caricias inventadas, suspiros falsos, besos fingidos, todo junto a una mujer que ni sabía ni tenía nada de verídico, nada de placentero ya. Y lo peor de todo es que mi ser clamaba por decirle la verdad a la dueña de mi contrato, la mujer que tenía mi vida ligada con metal en su dedo, el mío.
En el fondo era consciente de que no me amaba como antes,  solo se había acostumbrado a mi presencia, mi olor en las sabanas por la mañana. Pero otras sabanas ocupaban mi mente, otras eran las que acumulaban  mi sudor y fluidos.
Salir del monótono rumbo de las constantes horas sin su cercanía era el mayor dolor al que me tenía que someter. Sin ser vistos ni observados, sin que nadie notara nuestras miradas cómplices, nuestros furtivos escalofríos y ardientes deseos ocultos, era agotador fingir no sentir nada y al tiempo con mi compañera diaria fingir sentirlo todo.
Los celos nos comprimian pero ¿Qué hacer?
“Ella” le tenía a él y yo estaba encerrado en mi celda personal e intransferible, la cárcel más cruenta y mordaz, la de los brazos de mi amante pero no amada esposa.
Los celos,  intentaba no prestar atención,  me hacían verlo todo rojo por ira contenida, tiraban de mis ropas  dirección al pecado y la devastación del cuerpo de aquel hombre, que por mucho que no quisiera era el dueño de mi vida, el dueño de la unica mujer a la que amaba.
Que injusta la vida había sido para con nosotros, esclavos de dos vidas truncadas por los lazos del dañino  matrimonio. ¿Por qué no te pude encontrar antes?
Así los días pasaban con la cobardía de un término y final. A la espera de la libre felicidad retenida.
Yo lo daría todo por “ella”, hasta las más temblorosas fibras de mi ser, pero sus intenciones conmigo  dejaban claro que no era igual su pensar.
Si así fuese, cómo no hacía lo posible por desligarme, hacerme suyo eternamente. Yo ya estaba dispuesto. Esperando.
Y con esos pensamientos moría y sucumbía hasta caer en las marañas de la locura, en las entrañas de la desesperación, conformandome con besar sus noches, acariciar su anatomía y extinguirme por completo en ella. De noche vivo y de día muerto, era mi sino y lo acogería hasta que el destino me diera una oportunidad, solo me quedaba esperar entre sus brazos. Algún día comprenderas que solo estaremos bien cuando podamos mostrarnos al mundo sin tapujos ni secretos. Ese día por fin habré cumplido mi sueño.

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Este relato, espero se haya entendido bien, trata de dos parejas que son infelices, una lastima, la cobardia de dos de ellos hace que todos sufran.

Espero que os guste y no dudeis en dejarme vuestra opinion
besos siempre, y recuerden que los quiero mucho

Irene