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viernes, 23 de abril de 2010

Libro Balady Capitulo 7

CAPITULO 7




No podía casi abrir los ojos, mis parpados pesaban como si de plomo se tratasen, pero la sensación de descanso y tranquilidad, me ocupaba el cuerpo por entero, no tenia noción del tiempo que había estado durmiendo en aquella cama-urna, mi sueño había sido reparador, con las fuerzas ya renovadas, me incorporé y salí del lecho futurista, en verdad tenia la impresión de ser la noche que mejor había dormido en mi vida, ¿tendría que ver con el sitio? Quizás era en verdad una cama mágica, que reparaba a las personas; todo aquello me había hecho olvidar mis pensamientos de la noche anterior, el descubrimiento de ver en el cielo tres lunas, debía averiguar algo mas.

Salí de la habitación por el pasillo, preferí buscar el cuarto de baño, en lugar de salir al patio, era de estrema necesidad, los pasillos estaban desiertos como en la noche anterior, en aquella casa tan rara, no debía vivir mucha gente; recordé que la señora, había señalado una pequeña puerta de color azul, cuando andábamos por el pasillo; era el momento de descubrir que se escondía en su interior. Una vez frente a ella, pude comprobar las pequeñas dimensiones de aquella puerta, yo mediría, 1´80 mas o menos, con un centímetro mas alto, hubiese tenido que agacharme para no dar con el marco. Abrí muy despacio, no resultaría agradable explicar mi intrusión a nadie, utilizando otro idioma, una sala grande, con paredes de piedras desiguales, unidas con una masa que tal podría ser cemento, pintadas de color blanco, se habría ante mis ojos; en una esquina de la habitación había un armario de igual color, muy parecido a la cama donde había dormido, aunque esta vez asentado de forma vertical; al otro lado había un pequeño asiento de loza, con forma de silla para montar en caballo, situado justo en frente de un panel con botones en la pared; a pesar de lo antiguo de sus paredes y suelo, los pocos enseres que se encontraban eran muy modernos y futuristas; justo al otro lado de la sala de donde yo me encontraba, había un espejo, de un material parecido al plástico, al aproximarme pude ver mi reflejo con gran claridad.

Estaba verdaderamente sucio, mis ropas, arrugadas, puesto que había dormido con ellas puestas, y con mis calcetines mugrientos, de haber andado con ellos por la calle, me daban un aspecto horrible; mi rostro se veía mas descansado que el día anterior cuando vi mi reflejo en aquel escaparate, aunque ahora estaba un poco mas manchado, no entendía viéndome reflejado como aquella mujer tan amable, me había invitado a entrar en su casa; mis ojos eran de color azul claro, ya los había visto claros pero no podía determinar el color; con el pelo enmarañado y feo, tome la decisión de adecentarme un poco. Al lado del espejo se encontraba un lavabo, muy grande y de porcelana, pero no encontraba el grifo por ningún lado, palpando toda su superficie, debí de accionar algún sensor, y de repente empezó a salir agua clara, por un agujero en la parte izquierda, me habría resultado de gran ayuda tener algo de jabón, pero justo cuando lo estaba pensando, observe que en la parte derecha del lavabo había un cuenco con un liquido de color transparente y aunque había dado por echo que seria agua estancada, al tocarlo comprobé que era mas espeso y gelatinoso, con un olor agradable y lo utilice como jabón primero en mis manos, solo para comprobar.

Me lave todo el cuerpo “por provincias”, hasta que mi olor corporal ya resultaba mas agradable, me peine con los dedos, y aunque si lo necesitaba, no pude afeitarme, puesto que no encontré en aquel baño tan escueto, nada con que poder hacerlo; sacudí mi ropa para quitarle un poco el polvo y las arrugas, ya que no podía tampoco lavarla, no iba a ponérmela después mojada, así que desestime la idea; me encontraba mucho mejor, pero todavía tenia ganas de orinar, y no sabia con exactitud, si aquella silla de montar rara, seria en verdad el urinario, investigue el artilugio, y viendo un agujero en el fondo, me decidí a utilizarlo, luego pulse dos o tres de los botones de la pared y cual seria mi sorpresa, al ver que el agua se llevaba lo depositado y que una especie de bandeja se deslizaba por el asiento, dejándolo totalmente limpio; era un invento genial, ¡¡autolimpiable!!, el mecanismo no lo entendía muy bien, pero era muy efectivo.

Una vez terminado esto, con la sensación de calma y seguridad, decidí salir al patio en el que casi colapso la noche anterior.

Antes de cruzar la puerta que conducía a dicho patio, un hombre de aspecto infantil, pequeño y delgado, me encontró en el pasillo, cual fue mi sorpresa al descubrir que las palabras con las que se dirigía a mi no me eran del todo desconocidas; bueno seria mas cierto decir la “palabra”, puesto que de toda la parrafada que me soltó, solo entendí una.

_ Houname, iaj melosid hi sabuengo, le mei ne.

No pude contestar, puesto que tampoco supe que decir, pero sabia que su frase era cordial, “huoname”, había dicho con una sonrisa en el rostro, si yo sabia que eso significaba, “buenos días”, después de regalarme una mirada un poco mas especulativa, supongo que por mi falta de educación hacia el, pude solo repetir en voz pastosa,

_ Houname….

Y aunque lo hice con una sonrisa tenue, no debí causarle muy buena impresión puesto que se dio media vuelta y se fue.

Al abrir la puerta del patio, no pude evitar mirar al cielo, no se realmente que esperaba ver en el, pero un platillo volante o una masa de humo rojo, fue lo que se me pasaba por la cabeza, pero no había nada fuera de lo normal. El día parecía estar nublado, por su escasa falta de luz, pero al intensificar mi búsqueda, no pude entre todo el firmamento encontrar ni una sola nube, era como si el sol brillara menos que otros días, aunque ya no sabia si desvariaba o que.

¿Qué debía hacer ahora?, la sensación de tener que estar en otro lugar, o de que alguien me estaría esperando en algún sitio, era mas fuerte que el día anterior, ¿pero donde debía dirigirme?, no conocía la respuesta, ni sabia si antes de salir a la calle a vagabundear, debía como todo un caballero despedirme de la anciana que muy amablemente me había acogido en su casa.

Tenia que hacer memoria, me senté en los bancos que se encontraban en la primera sala, cerca de la puerta de la calle, y empecé a recopilar todos los datos de los que disponía hasta el momento. No era fácil, concentrarse con la sensación de una mente abotargada, pero una esperanza repentina inundaba mi cuerpo por primera vez en todo este tiempo de incertidumbre, la corazonada de que en mi vida algo iba a ir mejor y que mi presencia en este tan raro sitio era algo bueno y no al contrario, se me curvaron las comisuras de los labios sintiendo una mueca de felicidad.
¿A que se debía este optimismo? ¿Acaso mi subconsciente sabia algo que yo ignoraba?

En mis cavilaciones, una voz suave y profunda me corto el hilo de mis pensamientos, al elevar mi mirada, la vi parada enfrente mío, era la amable señora de la noche anterior,

_ Houname, ni keimane sanui ne ma leiamista iaj same?

Por el tono de su voz, sabia que me estaba preguntando algo, pero yo solo podía mirarla con cara de gratitud y responderla “houname”, puesto que era de lo único que estaba un poco seguro.
Su gesto cambio de repente, mostrándome un amplia sonrisa, al percatarse de mi contestación, quizás mi respuesta la había hecho confundir, puesto que la noche anterior, ya la di a entender mi falta total de entendederas, solo esperaba que no creyera que la estaba mintiendo.

Me tendió la mano con un pequeño sobre en ella, con un acto reflejo, levante la mía inconsciente y lo recogí, parecía ser el plano de una ciudad, era extraño, bueno ¿y que no lo era aquí?, la di las gracias con la mirada y empecé a mirar el papel mas detalladamente, intentando comprender algo en el. La señora se afanaba en comentarme con palabras ininteligibles pero muy lentas, todos lo puntos mas importantes de dicho mapa, mientras que con un fino y blanco dedito, me señalaba dichos puntos.
Vale, no me entere de nada, pero que la iba a decir, ¡¡gracias señora por nada!!, era descortés y además no me iba a entender, una risotada me invadió en ese momento, haciendo que mi acompañante subiese sus ojos hacia mi y sonriera también, en verdad era una mujer muy agradable y destilaba humanidad.

Como un click en mi cabeza, una idea apareció de repente, me metí la mano en el bolsillo y saque de él todos los objetos que el día anterior no había encontrado sentido y también acompañándolos con el pedazo de papel de aquel extraño logotipo, que había encontrado en la calle no muy lejos de aquí.

Con un pulso tembloroso se los aproxime a mi interlocutora.
¿Seria este el momento de salir de todas mis dudas?

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